Sobran las razones para cambiar los modelos de seguridad ciudadana que hoy operan en Venezuela. Ya sea por las deficiencias propias del sistema, la falta de voluntad política o por el avance progresivo de todas las tasas de violencia, lo sustancial radica en que necesitamos con urgencia un nuevo marco para construir un país más seguro.

Es de tal nivel la crisis de la seguridad ciudadana, que una vez cambien los conductores de políticos de la nación, debe actuarse con inmediatez certera, pues de no hacerlo, se corre el gran riesgo de profundizar el caos que ya padecemos.

El objetivo a corto plazo de la nueva seguridad debe ser ganar espacio ciudadano, reduciendo las amenazas para la población en todos los ámbitos de la geografía nacional.

Esto se logra dándole forma a una organización comprometida con el cambio, que no tolere la impunidad, dispuesta a revisarse de la manera más autocrítica y centrada en la meritocracia como eje de su reinstitucionalización. Adicionalmente, tres premisas deben incorporarse al nuevo marco de la seguridad:

  1. Coordinación al más alto nivel: toda la seguridad ciudadana y el orden público estará bajo la coordinación de un consejo nacional de seguridad formado por la PNB, el CICPC, SEBIN y Protección Civil.
  2. Especialización por funciones
  3. Tecnología y datos para impactar indicadores