A confesión de parte, relevo de pruebas

Según los anuncios efectuados por Nicolás Maduro el 17 de agosto de 2018, entre las metas que se propone alcanzar el Ejecutivo Nacional está la del llamado “Déficit Fiscal Cero” en un plazo no mayor a tres años. Este controversial desideratum de la hacienda pública puede traducirse a los fines que aquí nos hemos propuesto, en la fórmula de que el Estado no gaste más de lo que produce.

Durante el siglo pasado, la mayoría de los sistemas monetarios operaban anclados a un patrón (oro-plata, oro, dólar, etc.) y emitían dinero y lo ponían en circulación en función de las reservas correspondientes. Posteriormente, fue adoptado el sistema del dinero fiduciario (fiat), en el que el respaldo viene dado por la confianza que representa la producción nacional.

A la emisión de dinero inorgánico generalmente se recurre cuando la producción nacional y por ende, los ingresos con los que cuenta un Estado son inferiores a los que requiere para cubrir sus gastos. Ese déficit entre los ingresos disponibles y los gastos a cubrir es generalmente mitigado con aumento de tributos y endeudamiento y cuando esas opciones son también insuficientes, con la complicidad de los bancos centrales, recurriendo al emisionismo.

Esa práctica generalmente conduce a la inflación, teniendo entre sus efectos más perniciosos el llamado “impuesto inflacionario” y el señoreaje. Sachs y Larrain (1939) definen al primero como la pérdida patrimonial sufrida por los tenedores de dinero como resultado de la inflación. El señoreaje, por su parte, es el ingreso obtenido por el gobierno como resultado del monopolio de emitir dinero, equivalente al poder adquisitivo del dinero puesto en circulación menos su costo de emisión (Miguel Ignacio Purroy).

Al emitirse dinero sin guardar relación con la producción nacional, la inflación que ello puede llegar a provocar carcome el valor real de los saldos monetarios, al punto de que la población del país del que se trate decide abandonar el dinero doméstico y pasarse a otros activos que le protejan de la inflación (Ej. dólar).

A pesar de que constituye un hecho público y notorio el que por años el Banco Centra del Venezuela (BCV) se ha dedicado a la llamada emisión de dinero inorgánico, es decir, sin respaldo, es de suma gravedad que ello sea abiertamente admitido, aunque con cierta vergüenza, por Nicolás Maduro. Palabras más, palabras menos, el presidente de la República señaló que “tuvimos que ir a la emisión de dinero para respaldar las misiones, bonos, aumentos bimensuales de salarios… nos tocó jugar así”.

Continúa Maduro señalando que los venezolanos pasamos de un salario mínimo mensual de US$ 300 a uno de US$ 1 y se preguntó, ¿Quién se robó el ingreso de los venezolanos?, respondiéndose a sí mismo, “los mecanismos de la guerra económica”. A confesión de parte, relevo de pruebas.

Confesado el crimen viene la enmienda, “Ahora vendrá disciplina fiscal prusiana y eliminar la emisión de dinero no orgánico y sustentarlo en producción de riqueza”.

¿Puede creerse aquel anuncio, cuando va seguido de medidas a ser implementadas en pocas horas que, como las propuestas, suponen ingentes cantidades de dinero?

Entre las medidas anunciadas se encuentran las siguientes:

1.- El Estado asume el pago del diferencial de la nómina de la pequeña y mediana industria producto del incremento de los salarios (Salario Mínimo de Bs.S 1.800, lo que equivale decir Bs. 180.000.000).

2.- Bono de Reconversión Económica de Bs.S 600, es decir, Bs. 60.000.000 para un aproximado de 10.000.000 de venezolanos carnetizados, es decir, Bs. S 6.000.000.000,00.

3.- Subsidio directo por consumo de gasolina que implicará el retorno de parte del costo del hidrocarburante adquirido a precio internacional.

Las medidas anteriores, de aplicación inmediata o a muy corto plazo, suponen gastos no previstos en el Presupuesto Nacional 2018, sin que se hayan producido ingresos excedentarios. Si bien el precio del barril de petróleo es superior al presupuestado, ha bajado considerablemente la producción. Las medidas fiscales que pretenden implementarse, no está claro, hasta qué punto puedan revertir el déficit registrado al momento. Siendo ello así, ¿será que lo que sí está claro es que el BCV continuará imprimiendo dinero al mejor “estilo prusiano”?