Existen diversas formas de medir los costos asociados a los distintos aspectos de la seguridad. los particulares y las empresas generalmente manejan uno solo, que es el costo monetario. Por ejemplo, si se detecta una vulnerabilidad, se solicitan cotizaciones, y se escogen determinados dispositivos con los que se considera que esa vulnerabilidad podrá ser afrontada.

Esta misma lógica es la que se aplica, por ejemplo, a la hora de escoger los servicios de vigilancia. la tendencia entonces es a favorecer los que ofrecen más por menos. Y esto no siempre será lo más beneficioso.

Los costos asociados al tema de la seguridad pueden ser evaluados de diversa forma, tal y como se indicó en el segmento anterior.

Además de los monetarios, uno muy interesante mide cuál es el valor de los bienes y servicios que intentamos proteger, y que quedarían en riesgo creciente de pérdida total o parcial si no emprendemos las inversiones necesarias. Visto de esta manera, por ejemplo, el costo de una arquitectura de seguridad para cualquier inmueble no sería estrictamente el de lo que pagamos por su adquisición, instalación y mantenimiento, sino el de lo que perderíamos si no hacemos tales erogaciones, tomando en cuenta las condiciones de riesgo en un momento determinado.

Otra forma de medir el costo se refiere a valores aparentemente intangibles que intentamos preservar mediante la adquisición de los dispositivos. Uno muy importante es la tranquilidad. Aunque son intangibles, posiblemente las podríamos medir en términos de horas de sueño ganadas y posibilidad de hacer otras cosas distintas a la mera vigilancia de nuestros bienes.

Estos criterios quizá ayudarán a evaluar mejor cualquier plan que deseemos emprender para mejorar nuestra seguridad y la de nuestros allegados.